Riot V se presentó la noche del 22 de septiembre en el lobby del Circo Volador, ante un público que sin problema llenó el pequeño recinto.
Las acciones comenzaron antes, con tres bandas abridoras a las que este redactor no vio. Si quieren que se apoye a la “escena” mexicana, hagan sus propios toquines y no se cuelguen de las bandas internacionales. Uno paga por ver a una banda en específico, no más.
Don Van Stavern salió al escenario e hizo el mismo ritual que hace en todos los conciertos: darle un trago a una botella de tequila (en esta ocasión era Tequila Cuervo) y dejar caer en el escenario un chorrito de éste para después mirar al cielo en honor a Mark Reale, el legendario guitarrista fundador de Riot, fallecido en 2011.
Riot V inició las acciones con “Hail to the Warriors”, una pieza que prendió al público desde el primer instante. Sin embargo, también significó el inicio de una noche de pesadilla para la banda, especialmente para Todd Michael Hall, su vocalista, y Mike Flyntz, su guitarrista.
Después de terminar de interpretar su primera canción, se escuchó un sonido muy molesto producto de la retroalimentación del micrófono. Todd no sabía qué hacer y paulatinamente comenzó a molestarse; se mostró sorprendido de que el staff no hubiera sido capaz de prever algo así.
Desde ese momento, cada vez que Riot V terminaba de interpretar una canción, Todd regañaba al público del staff pidiendo que arreglaran ese problema. “Un momento”, dijo en español, y caminó hacia un costado, detrás de la cortina; al salir de regreso se le pudo leer los labios diciendo: “fuck!” bastante molesto.
Por su parte, Mike Flyntz, guitarrista, comenzó a batallar con su monitor. Cada vez que hacía coros, no se escuchaba y hacía muecas de que no valía la pena que siguiera cantando. Cuando finalmente alguien se acercó a tratar de arreglarlo, Mike le dijo que mejor lo apagara. Al final terminó tocando sin monitor, demostrando que conoce las canciones a la perfección.
Mientras el concierto transcurría, las drogas corrían entre la gente. Había personas bajo los efectos del ácido; otros completamente ebrios y unos más fumando marihuana a escasos dos metros de la gente de seguridad, quienes sólo veían emanar el humo.
Se gestaron varias trifulcas aisladas; este redactor vio por lo menos tres, sin que el equipo de seguridad hiciera algo. Esto traería un problema mayúsculo más adelante. Muchos se molestaban por la enorme cantidad de empujones, creyendo, tal vez, que estaban en la sala de su casa viendo YouTube y no en un concierto de Riot V.
Cuando la banda interpretó “Flight of the Warrior”, alguien lanzó un vaso con cerveza al escenario y cayó justo a los pies de Todd; éste mostró su molestia extendiendo los brazos y miró hacia el público muy enojado; luego se dirigió a la zona de la batería por una toalla para limpiarse, ¡y todo mientras estaba cantando! Nunca dejó de interpretar la canción.
El que no se aguantó fue Mike Flyntz; él sí dejó de tocar al ver que la cerveza había caído en sus pedales, por lo que buscó una toalla y se puso a limpiarlo en medio de la canción. Acto seguido limpió su guitarra y se puso a buscar al que había lanzado el vaso, pero no supo quién era.
El ambiente era devastador entre el público, quien coreaba muchas canciones que, a pesar del mal trato y los enormes problemas de audio, le ponían una sonrisa a todos los músicos, especialmente al bajista, Don Van Stavern, y a Todd Michael Hall.
“Es muy especial cuando tocamos ante un público y éste corea nuestras canciones, nos alimentan mucho”, dijo Todd.
Un señor en silla de ruedas logró colarse hasta adelante con la ayuda de sus acompañantes, quienes le acercaron un vaso a Don para que le sirviera tequila. Don accedió. Le acercaron el vaso y virtió un buen chorro de tequila en él; luego se lo acercaron al señor en silla de ruedas y Don le hizo la señal de que bebieran juntos. Momentos después comenzó a correr un vaso con ese tequila entre los asistentes; uno le daba un trago y lo pasaba a otra persona, así sucesivamente hasta que se terminó el vaso.
Don agradeció al público; comentó que esa misma noche estaban compitiendo con Metallica. Acto seguido la gente comenzó a abuchear y lanzar mentadas para después empezar a gritar al unísono “¡Riot, Riot!”.
El concierto se acercaba a su fin con “Thundersteel”, así lo supieron varias personas que ya tenían en sus celulares el setlist que la banda había interpretado cinco días antes de Colombia, renunciando por completo al factor sorpresa.
Después de interpretar tremendo clásico, los músicos se pusieron frente al público como despidiéndose. Don preguntó: “¿quieren otra canción?”, y antes de que la gente respondiera, volvió a preguntar: “¿quieren dos canciones; quieren tres canciones?” y se metieron todos los músicos.
El plan original era interpretar tres canciones en el encore (así sucedió en Colombia), pero sólo hicieron dos. Frank Gilchriest se quedó parado en su batería y le preguntó a Todd si iban a tocar una tercera; pero Todd, con la molestía acumulada de toda la noche, le hizo un ademán de que no. Don no se dio cuenta de eso porque estaba interactuando con la gente, así que tomó el micrófono y dijo: “On your knees!”, en referencia a la épica pieza del épico álbum THE PRIVILEGE OF POWER, pero ya todos habían dejado sus instrumentos y le hicieron saber que no iban a tocar más.
La banda comenzó a lanzar plumillas, lo que provocó nuevas trifulcas entre la gente, quienes se revolcaron en el suelo tratando de hallar las plumillas que habían caído.
Fue así como terminó un concierto legendario, porque fue la primera vez que Riot V se presentó en la capital. El audio no estuvo a la altura de las circunstancias; y, aunque el público se entregó por completo, la cerveza que le aventaron a Todd (y que cayó en los pedales de Mike) marcó con tinta indeleble la imagen que este músico tendrá de los lumpen-trues-capitalinos.
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