HammerFall presenta su décimo disco de estudio: Built to Last (2016), un disco que desde la portada quiere volver a sus raíces. El arte corrió a cargo de Andreas Marschall, un artista que también ilustró los tres primeros discos de la banda.
HammerFall reconoce que Hector no puede estar ausente en sus discos pues cuando lo hicieron a un lado en el 2011 con Infected no les fue bien, aquello fue el punto más bajo de HammerFall un punto que afortunadamente ahora está quedando atrás.
Built to Last presenta un sonido que bien podríamos decir que regresa a las raíces, al Hammerfall clásico que los hizo la banda más grande de Suecia; sin embargo, también se percibe una evolución en su sonido.
No son únicamente los ritmos sencillos y pegadizos; se percibe una mayor ambición compositiva. Es como si la evolución que se esperaba tuviera la banda justo antes de lanzar Infected finalmente estuviera sucediendo.
(r)Evolution (2014) ya mostraba la intención de querer ser una vez más ese HammerFall que daba gusto escuchar y por el que podía uno aprenderse las canciones para cantarlas en todo lo alto; no obstante aquel disco se quedó en un intento parcial.
Fue en la gira de (r)Evolution donde la banda finalmente pudo encontrarse de nuevo con ese fuego sagrado que los hizo el eje del género a finales del siglo pasado y principios de éste. Built to Last es la consagración de ese renacer.
Aunque los años han pasado y muchos cambios ha tenido la alineación, hoy HammerFall tiene una buena base pues de los cinco miembros tres son originales; no olvidemos que Fredrik Larsson estuvo antes que Magnus Rosén en el bajo.
La salida de Anders Johansson, quien hasta la fecha sigue viviendo como “el legendario baterista de Yngwie Malsmteen” ayudó a darle nuevos bríos a la banda. Todo este renovado ambiente lo supo capitalizar la guitarra Pontus Norgren.
Desde su llegada a la banda en el 2009 con No Sacrifice, No Victory, Pontus siempre ha intentado darle un nuevo espíritu a las guitarras de HammerFall, ofrecer algo que subiera la técnica; pero la tentativa quedaba corta.
Ahora ha conseguido canciones efectivas que brillan como antaño pero con un estilo nuevo que en vivo tienen todo el potencial de sonar bien por sí mismas. Sabe que poco o casi nada le puede exigir técnicamente a Oscar Dronjak y por eso se echa el equipo al hombro.
Tal ha sido el buen ambiente en HammerFall que en esta ocasión escuchamos a un Joachim Cans como nunca antes lo habíamos escuchado. Un ejemplo es: The Sacred Vow, donde presenta un estribillo tan alto que sorprende que haya salido de su voz.
Cuenta que en el estudio ese coro originalmente no lo iba cantar él; pero se sintió capaz de hacerlo, una muestra clara del renovado espíritu que impera hoy en la agrupación y que nos hace recordar por qué nos gustó tanto esta banda diez años atrás.
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