Theocracyllega con un cuarto disco bajo el brazo: Ghost Ship (2016) y como es costumbre deja escuchar una de las mejores manifestaciones de Power Metal que se puedan disfrutar hoy en día.
El nombre del disco es una metáfora, el barco fantasma simboliza aquellas personas que viven en las periferias, los marginados, los que no son escuchados ni tomados en cuenta. Para todas esas personas hay un lugar al cual pertenecen y este disco, sin pretender girar alrededor de un concepto sí recurre a este tema como punto de partida.
Lo que inició como un proyecto de sólo un miembro hace 13 años ahora ya es una banda medianamente establecida. Desde su segundo álbum: Mirror of Souls (2008), Matt Smith ha tenido oportunidad de contar con músicos que lo han acompañado hasta la fecha: Shawn Benson en la batería, Jonathan Hinds en la guitarra y Val Allen Wood como su otro aliado en las seis cuerdas.
El disco está lleno de las mejores características que han puesto a la banda como la favorita de muchos. Escuchamos melodías pegajosas nacidas de las guitarras que pueden ir a mil por hora en coloridas escalas y también pueden bajar la velocidad aun sin perder el atractivo.
Otra gran característica es la voz de Matt Smith, uno de los ganchos más poderosos de Theocracy. Posee la cualidad de los grandes vocalistas de dibujar su rostro en la imaginación de los escuchas al momento de escucharlo, es decir, podemos casi ver sus gestos en cada estrofa gracias al sentimiento que imprime.
Sus líneas vocales siguen siendo ambiciosas, con letras que no reparan en la longitud ni creatividad. Además los estribillos siguen teniendo la marca de la casa, esto es: son cantados en coro; Matt Smith se graba en diferentes tonos logrando pasajes simplemente mágicos.
Con este redondo Theocracy sigue combinando a la perfección las altas dosis técnicas con altas dosis melódicas consiguiendo canciones que capturan el oído por su cadencia y sorprenden por lo difíciles que suenan en su ejecución, esa es la constante de todo el disco.
En esta ocasión la agrupación decidió no experimentar con la duración de las canciones. La mayoría dura aproximadamente poco más de cuatro minutos; es la pieza que cierra el disco: Easter, que se prolonga hasta los nueve minutos pero aún esa está lejos de viejos títulos como I Am (11 minutos) o Mirror of Souls (22 minutos y medio).
Ghost Ship no puede ser el mejor disco de la banda; eso sería demeritar sus anteriores entregas, mejor digamos que desde el debut homónimo lanzado en el 2003 la agrupación ha sabido mantener el nivel en lo más alto. Es increíble la constancia de Theocracy que en su cuarto disco no baja la guardia.
¿Cuál es el secreto? No es muy difícil de vislumbrarlo: la sinceridad con la que Matt Smith realiza su trabajo como líder de Theocracy. Muchos dirán: “pero habla de dios”. Su nivel musical de aquello en su segundo plano.
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