Fields of Blood (2020), ¿el mejor álbum en la historia de GRAVE DIGGER?

Fields of Blood Grave Digger

Fields of Blood (2020) es el vigésimo álbum de una de las instituciones más importantes del speed alemán: GRAVE DIGGER; él redondo marca también el 40 aniversario de la banda.

 

Se trata de una obra conceptual sobre Escocia; es ya el tercer trabajo que GRAVE DIGGER realiza al respecto, después del muy bien recordado: Tunes of War (1996) y The Clans Will Rise Again (2010).

 

Vale la pena mencionar que este último álbum fue el debut de Axel «Ironfinger» Ritt, un guitarrista que de a muy poco ha venido a revolucionar el sonido de esta agrupación y es ahora que finalmente se cristaliza al máximo.

 

Fields of Blood (2020) es el disco más rico que haya realizado GRAVE DIGGER en cuanto a composición se refiere. Brotan melodías muy seductoras en cada canción.

 

La banda ya había hecho algunos experimentos, como su polka Zombie Dance en The Living Dead (2018); pero no había concentrado esa variedad en sus propias canciones, en su propio estilo.

 

My Final Fight es una pieza que lo muestra a la perfección, donde la melodía es la esencia pura de toda la composición.

 

Han enriquecido su estilo aun sin dejar de ser la devastadora máquina de riffs; mantuvieron esa esencia del speed alemán pero le dieron más melodía y eso es obra única de Axel Ritt.

 

Freedom es otro ejemplo perfecto, con riffs marca de la casa, pero también con un guitarrista dibujando melodías que Chris Boltendahl corea de fondo.

 

Estamos escuchando piezas de una altura que GRAVE DIGGER no había presentado con tanta majestuosidad.

 

Le tomó diez años a Axel Ritt sacar a GRAVE DIGGER del reumatismo riffero en el que se encontró durante los últimos discos.

 

Pero hay que ser justos, el señor Chris Boltendahl conoce los peligros que conlleva cambiar un estilo por el simple hecho de cambiar y complacer a la otredad.

 

Después del trago amargo que le significaron las bandas DIGGER y HAWAII, el vocalista se encargó de que GRAVE DIGGER jamás se vendiera por dinero, entregándose a un sonido establecido durante las siguientes décadas.

 

Aunque loable, desgraciadamente esto ha significado que muchos discos suenen a lo mismo y de esto no se salva Fields of Blood.

 

Por ejemplo: All for the Kingdom tiene exactamente el mismo riff introductorio de Gathering of the Clans, un vicio que ya se había escuchado en obras previas.

 

Haciendo a un lado la música, debemos destacar que este disco ya no cuenta con Stefan Arnold en la batería. Algo muy turbio ocurrió por ahí.

 

Podemos considerarlo como el efecto colateral del éxito que ha significado tener a Axel Ritt en la composición.

 

Stefan Arnold ha dicho que la presencia del guitarrista transformó a GRAVE DIGGER en el proyecto de dos músicos: Boltendahl y Ritt.

 

Pero, peor aún, ha llamado a Boltendahl “una rata” a quien acusa de haberlo despedido de manera cobarde de la agrupación.

 

En su lugar llegó Marcus Kniep, él es quien toca en Fields of Blood; es un suplente de lujo, pues también ha llenado el vacío del tecladista H.P. Katzenburg desde hace seis años.

 

A pesar de las dificultades entre músicos, Boltendahl ha demostrado que tener el control total de una banda no da malos resultados; músicos irán y vendrán.

 

¿Pero qué pasará cuando la relación con Ritt se gaste? GRAVE DIGGER anunció que lanzará un disco al año mientras no haya posibilidad de tocar en vivo. ¿No se estirará demasiado la liga?

 

Ojalá que no. De mientras, Fields of Blood es por mucho el mejor trabajo que GRAVE DIGGER ha dejado escuchar por lo menos en la última década.